La tecnología fotovoltaica evoluciona acompañada de premios Nobel: si Einstein obtuvo el reconocido galardón por la formulación del efecto fotovoltaico en los años veinte del pasado siglo, a principios de este el grafeno obtuvo un reconocimiento similar, un nanomaterial que promete revolucionar la conductividad eléctrica en las células fotovoltaicas orgánicas.
Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts de Estados Unidos (MIT) han ensayado con éxito la sustitución de los electrodos de indio-estaño-óxido por los de grafeno, un material de escala atómica compuesto de carbono. Los electrodos son los conductores eléctricos de entrada y salida de las células solares.
La principal dificultad con la que se encontraron los investigadores Jing Kong y Vladimir Bulovic, y su equipo, fue la adhesión del electrodo de grafeno a la célula orgánica, manifiesta en la repulsión de aquél al agua. La solución ensayada, y aquí radica el éxito del experimento, consistió en dopar la superficie de la célula con impurezas que no sólo permitieron la unión de ambos materiales, sino además aumentaron la conductividad eléctrica de la misma.
Las posibilidades que abre el uso del grafeno en este tipo de células vienen del lado de su alta conductividad, flexibilidad y transparencia, lo que le convierte en un material que encaja a la perfección en células orgánicas, de similares características.
De igual forma, los módulos fotovoltaicos orgánicos presentan con respecto al resto (silicio, amorfo...) ventajas del tipo de manejabilidad, transparencia y flexibilidad, facilitando su uso casi en cualquier superficie: cristales de ventanas, paredes, vestimenta... e, incluso, sobre módulos de componentes duros como los de silicio.
El diagrama de la imagen superior, que representa la estructura del grafeno, es obra de Christine Daniloff.
Entradas
